Una herida se puede definir como la pérdida de tegumentos cutáneos, representada no solamente por la disrupción de la piel, sino que puede existir afectación y pérdida de tejidos subcutáneos, que pueden incluir músculo e incluso hueso.
La manera más fácil de poder clasificar las heridas es por su complejidad, ya que de esta manera se puede clasificar un mayor número de lesiones y se simplifica la explicación de su tratamiento: Heridas Simples y Heridas Complejas.
Las heridas simples son heridas agudas, como las heridas quirúrgicas, las raspaduras o abrasiones ligeras, y también son las heridas crónicas que no cierran de manera primaria y podrían requerir atención especializada, pero con los cuidados y tratamientos adecuados terminan cerrando completamente y no existe recurrencia.
Las heridas complejas deben de tener una o más de las siguientes condiciones:
Las heridas complejas requieren un cuidado especial que idealmente debería ser por grupo interdisciplinario, dedicado a este tipo de problemas.